A través de este montaje, la escritora/actriz Albrecht utiliza sus propias experiencias viviendo en Francia, Guinea-Bissau, Mozambique y la República Dominicana para explorar las inexorables conexiones culturales entre África y el Caribe. El director Herrera demuestra ser un socio acertado, aportando una gran perspicacia visual a la película, creando un mundo animado y engatusando actuaciones inolvidables de un elenco de actores en su mayoría novatos.
A través de señales visuales y diálogos inteligentes, la película insinúa la atracción entre los mundos que residen dentro de Emma. Comparte su departamento con un loro llamado Coco, sus paredes están decoradas con tradicionales máscaras de rafia. Cuando se va al aeropuerto, hace girar una estatua de bronce, con los brazos extendidos como si los alcanzara en dos direcciones. Más tarde, un inmigrante que trabaja en el resort trenza el cabello de Emma. Mientras conversa, Emma dice que es de “Francia… y Camerún”. La mujer responde: “Me encantaría ir a África algún día”. “Yo también”, responde ella, con una mirada melancólica en su rostro.
Cómo y por qué Emma se ha encontrado contrabandeando drogas se oscurece intencionalmente, aunque las visiones cruzadas de otro océano idílico implican que es un medio para que Emma haga realidad su sueño de África. La actuación psicológicamente compleja de Albrecht hace innecesaria la claridad total. Estamos en esto con ella mientras espera su vuelo para abordar, cuando la seguridad la aparta al azar y nuevamente cuando es arrestada. Herrera mantiene su cámara enfocada en Emma, centrada en el marco, su rostro proyectando todos sus miedos y esperanzas frustradas.
Aunque el medio de escape de Emma y el posterior descubrimiento por parte de TINA (Scarlet Reyes) y su hermano mayor $hulo (Arturo Pérez) es un poco artificial, su conexión con los niños es natural y no forzada. Reyes en particular es una fuerza de la naturaleza como una niña que ha tenido que crecer y hacerse cargo de su vida y la de sus hermanos, demasiado jóvenes. Euris Javiel como el hermano menor de Tina, Cuki, ofrece una de esas auténticas actuaciones infantiles que trascienden la precocidad, sirviendo en cambio de la honesta dulzura que los niños de esa edad poseen naturalmente.